La propuesta de Casa Terracota es simple: convertir la tierra cocida en arquitectura.
Levantar una construcción como Casa Terracota implica reunir ingredientes como lo son: agua, tierra, fuego y aire. Es en buena parte esto lo que la hace una propuesta de arquitectura sostenible. A eso se le suma el que haya sido hecha con las manos y con herramientas agrícolas: baldes, palas y pica.
Casa Terracota está hecha de tierra cocida por dentro y por fuera. A medida que se moldeaba el barro y se avanzaba con la estructura de la casa, se armaba un horno para cada ubicación que luego se incendiaba y ardía por días cocinando el barro hasta dar vida a la cerámica. La tierra cocida es capaz de sostenerse en el tiempo, el agua y el cambio climático no la destruirán.
Por tanto, ésta no es solo una técnica de construcción, también es tecnología que verdaderamente está al alcance de todos, a jardines de distancia. Fue entregada a nosotros por nuestros ancestros indígenas y antiguos visitantes europeos.
Esta tecnología tiene muchas ventajas, entre ellas, que en su arquitectura se pueden utilizar recursos como la tierra sin importar la ubicación geográfica, levantando la construcción con las manos, como se haría una pieza de alfarería. La tierra, en su estado maleable, sube poco a poco; ella misma cierra, seca y forma todo lo que requiere un ser humano para llevar una vida confortable y funcional. De esta manera aprovechamos los procesos de la naturaleza porque provee opciones diferentes para coexistir con el medio ambiente.
Además, la tierra es un elemento térmico, guarda el calor y la energía del sol para las horas más frías de la noche, y provee un ambiente fresco para resguardarse del fuerte calor durante el día.
Por ser un sistema que aprovecha los procesos de la naturaleza, provee opciones distintas para coexistir con ese mismo medio entorno. Por ejemplo, en lugares como California sería la respuesta para sobrevivir a los incendios que azotan la región. Tras un incendio, con esta tecnología sólo se perderían los artículos, pues las construcciones en sí resisten a la inclemencia del suceso y, de hecho, se vuelven más resistentes como estructura gracias al calor.
Esta es la única arquitectura que necesita quemarse. Gracias a sus propiedades, la casa se convierte en un mecanismo de protección frente a los incendios, ya que como la cerámica no es un material combustible, se comporta como un freno frente al fuego, sirviendo como escudo.
Casa Terracota está hecha de tierra cocida por dentro y por fuera. A medida que se moldeaba el barro y se avanzaba con la estructura de la casa, se armaba un horno para cada ubicación que luego se incendiaba y ardía por días cocinando el barro hasta dar vida a la cerámica. La tierra cocida es capaz de sostenerse en el tiempo, el agua y el cambio climático no la destruirán.
Con Casa Terracota Octavio Mendoza no solo prueba la conexión mágica que tiene el hombre con la tierra, sino también la posibilidad de habitar un mundo más amable, más ecológico, más económico y más amigo del medio ambiente. “La tierra nos permite trabajar de forma orgánica y artística porque hay posibilidades infinitas para levantarla y aún no las hemos descubierto. Por eso, yo le digo a los arquitectos jóvenes que aprendan a mirar, que miren hacia otro lado porque el mundo es muy amplio y su perspectiva puede cambiar”.
Una cosa más, la tierra es salud. Dormir o habitar en una casa construida con el elemento tierra es más sano que vivir en un edificio lleno hierro o cemento. Esto, porque dicho elemento tierra en su gran mayoría está libre de componentes químicos y sintéticos a los que nuestro organismo puede reaccionar. Por tanto, una construcción en tierra será a largo plazo no sólo más sana para la naturaleza sino también para nosotros los humanos.